Estrés postraumático: las otras réplicas

Luego del impacto psicológico que genera un fuerte movimiento telúrico, ¿cómo se disminuyen los niveles de ansiedad?


¿Qué hacer ante la angustia de un terremoto?

Después del terremoto magnitud 8.4 y sus continuas réplicas, es muy común que algunas personas experimenten síntomas de estrés agudo, patología que produce una angustia invalidante y que muchas veces no permite desarrollar las actividades habituales.

"Una de las primeras recomendaciones es que estas personas compartan sus impresiones y expresen sus vivencias en un entorno seguro, empático y no crítico. En estos casos es de suma importancia que se sientan comprendidas y apoyadas para que puedan encontrarle un significado a la experiencia vivida", señala el psiquiatra de Clínica Las Condes, doctor Lister Rossel.

Luego de esta experiencia, hay varios síntomas que se pueden considerar como "comunes de vivir". Entre ellos:

  • El sentimiento de no poder despegarse de las imágenes que muestran en televisión.
  • La preocupación constante de que va a volver a pasar (angustia anticipatoria).
  • Mal dormir.
  • Reacciones físicas como ahogos, taquicardia o sensación de temblor interno.
  • Aumento de la activación: hipervigilancia, hiperalerta.
  • Irritabilidad o cambios de genio.
  • Conductas de bloqueo emocional o evitación como pasividad, aislamiento, pérdida de interés en situaciones cotidianas.


Este conjunto de malestares corresponde a lo que se denomina estrés agudo "normal" ante catástrofes como la vivida el 16 de septiembre que, en muchos casos, hace recordar lo vivido en febrero de 2010.

"Las personas debieran saber que estos síntomas, si bien son desesperantes, ocurren en un cuerpo sano y son provocados por la activación del sistema nervioso autónomo. Dicho de otra manera, la situación se vive con desesperación, pero no representa gravedad desde el punto de vista médico. Sucede que al quedar activado nuestro sistema interno de alarma, es frecuente que tenga 'distorsiones o errores' en la percepción de la realidad", indica el especialista.

Contagiar la calma

Si te toca convivir con personas intensamente afectadas en tu familia, trabajo o entre amistades, hay formas de ayudar a disminuir los síntomas y acompañar, entendiendo que lo esencial es "contagiar la calma". Lo fundamental es dedicarle tiempo y permanecer con el afectado.

También se recomienda que éste realice ejercicio físico suave, como por ejemplo caminata de 30 minutos dos veces al día. También se pueden hacer ejercicios de relajación entre dos o tres veces al día, además de 5 minutos de respiración abdominal profunda (tomar aire por la nariz y botarlo lentamente por la boca).

Los relajantes naturales como la pasiflora, el toronjil, la melisa o una leche tibia con azúcar antes de dormir pueden colaborar a tener un buen descanso.

Por último, hay que entender que un terremoto es un episodio intrusivo. Esto quiere decir que, a través de las imágenes, se cuela por la actividad mental y lleva a que las personas no puedan concentrarse ni rendir. "Si después del tiempo que ha pasado y de haber aplicado todas las medidas anteriores la persona sigue manteniendo un nivel de ansiedad por sobre su capacidad de funcionar, es necesario que consulte con un médico especialista. Lo más probable es que se le recomiende un tratamiento farmacológico y/o una psicoterapia", concluye el psiquiatra.

El temor en los niños

Los menores tienen dos modos de expresar el miedo. Por un lado son lábiles emocionalmente, actitud que se expresa mediante llantos, pataletas y mucha ansiedad de separación, razón por la cual les cuesta mucho separarse de sus padres.

En esos casos se puede decir que están clínicamente afectados y los adultos tienen la obligación de ayudarlos a ventilar sus emociones.

Por otra parte, los niños saben disociar y entran en diferentes actividades de juego y convivencia, reacciones que vale la pena estimular.

Terremoto y trastornos del sueño

Como toda situación de estrés mayor, el reciente terremoto también puede acarrear entre sus consecuencias problemas de sueño, tanto agudos como crónicos. Según explica la doctora Larisa Fabres, neuróloga de Clínica Las Condes, "lo más frecuente es el insomnio, con dificultar tanto para iniciar como para mantener el sueño. Aunque este efecto puede ser recurrente en los primeros días, en la mayoría de los casos será transitorio".

Sin embargo, en algunas personas el mal dormir puede perpetuarse, muchas veces como parte del síndrome Estrés postraumático. Entre las recomendaciones para enfrentarlo están desahogar la angustia o temor en un ambiente familiar de afecto, tomar medidas de seguridad básicas antes de dormir para sentirse preparado y volver lo antes posible a la rutina normal.

Si los problemas persisten por más de un mes, se recomienda consultar con un especialista y no automedicarse. Puede traer peores consecuencias.