Mucho más que pena

Es habitual que los adolescentes se sientan apenados en algunas ocasiones. Pero hay que estar atentos, porque en algunos casos esa tristeza es señal de una depresión, uno de los trastornos del ánimo más frecuente y relevante en la adolescencia.


Olivia comenzó a sentirse triste, desanimada, "bajoneada", como recuerda. Estaba aburrida en el colegio, sus notas comenzaron a empeorar y aunque hacía grandes esfuerzos por estudiar, no tenía la energía suficiente para hacerlo. Su relación con su mamá, que hasta entonces era muy buena, poco a poco se fue deteriorando, peleaba mucho con ella y también con sus amigas. Se sentía sola. Olivia tardó un tiempo en darse cuenta que lo suyo era más que pena, era depresión.

Los trastornos del ánimo son perturbaciones de la salud mental que presentaban variaciones del estado de ánimo, patológicas en calidad y en intensidad y son principalmente tres: bipolaridad, distimia y, por último, la más frecuente y relevante en la adolescencia: la depresión.

"Se trata de una alteración patológica del estado de ánimo con descenso del humor que se traduce en tristeza, acompañada de diversos síntomas y signos físicos, emocionales, del pensamiento y de los ritmos vitales que permanecen por un tiempo prolongado", como explica la doctora Marcela Matamala, psiquiatra de niños y adolescentes de Clínica Las Condes.

¿Por qué da depresión?

Aquí las variantes son muchas, desde predisposición genética hasta cambios hormonales, pasando por situaciones de estrés y características propias de la personalidad. Pero también hay que tener en cuenta que los jóvenes pueden caer en una depresión sin una causa específica.

Eso sí, estudios han revelado que las mujeres adolescentes presentan el doble de posibilidad de experimentar una depresión, más aún si existen antecedentes familiares. Eso, según la doctora Matamala, se debe a que existen factores biológicos, del ciclo vital, hormonales y psicosociales que son únicos de la mujer, que pueden estar relacionados con que las tasas de depresión sean más elevadas entre ellas.

"Existen investigaciones que han demostrado que las hormonas afectan directamente las sustancias químicas del cerebro, que regulan las emociones y los estados de ánimo", agrega.

En cuanto a las situaciones de estrés, algunas están muy ligadas al proceso normal de maduración de la adolescencia, como los conflictos de independencia con los padres, pero también hay eventos que pueden precipitarla como la muerte de alguien cercano, la separación de los padres, el bajo rendimiento escolar, la ruptura con el pololo o polola, entre otros.

Vaso medio lleno o medio vacío

Aunque el factor genético es relevante, es importante tener en cuenta que hay jóvenes más propensos que otros a deprimirse, sobre todo aquellos muy autocríticos, los que sienten poco control sobre los acontecimientos negativos, aquellos que tienen pocas destrezas sociales, los que presentan dificultad de aprendizaje y los que tienen la autoestima baja.

Además, hay ciertas conductas de riesgo que hacen a los jóvenes más propensos a desarrollar esta enfermedad, como abuso de sustancias, inicio temprano de actividad sexual, deserción escolar y delincuencia.

Cómo detectar una depresión

Hay que tener cuidado en confundir una depresión con tristeza, sentimiento habitual en los adolescentes.

Según la doctora Matamala, hay síntomas considerados clásicos que ayudan a distinguir una depresión juvenil, tales como cambios en el apetito, pérdida de interés, hablar del suicidio, entre otras.

Sin embargo, la dificultad para detectarla se presenta cuando los adolescentes no dan cuenta de ningún síntoma clásico de depresión, sino que más bien, su conducta se torna conflictiva en el colegio y en la casa. En estos casos hay que poner especial atención cuando presentan comportamientos inadecuados, se tornan irresponsables, bajan su rendimiento escolar, se distancian de la familia y sus amigos y ya, en casos extremos, aparecen conductas delictivas y consumo de alcohol y drogas.

"La sospecha por parte de los padres de que "algo no anda bien" es siempre una señal de alerta importante y frente a la que es recomendable consultar", explica la especialista. Pero además, cuando se presentan uno o más síntomas mencionados anteriormente durante al menos dos semanas y estos afectan el estado de ánimo o la capacidad para desempeñarse de los jóvenes hay que asesorarse con un especialista.

Tips para padres

La contención, una buena relación y una comunicación abierta con los hijos, puede hacer la gran diferencia a la hora de detectar una depresión a tiempo.

Ponga atención si su hijo presenta algunos de estos síntomas porque podría estar frente a un cuadro depresivo:

  • Cambios en el apetito (pérdida o aumento).
  • Dificultad para concentrarse.
  • Dificultad para tomar decisiones.
  • Dificultad de memoria.
  • Fatiga.
  • Sentimiento de agitación, inquietud e irritabilidad.
  • Sentimientos de minusvalía, desesperanza, tristeza o culpa.
  • Pérdida de interés o el placer en actividades que antes eran divertidas.
  • Pensar o hablar acerca del suicidio o la muerte.
  • Problemas para dormir, sueño excesivo o somnolencia diurna.

Tips para jóvenes

Para no ser víctima de una depresión, es muy importante adoptar medidas de autocuidado de la salud física y mental como por ejemplo:

  • Realizar deporte.
  • Mantener una alimentación saludable.
  • Tener un buen hábito de sueño.
  • Evitar el uso de alcohol y/o drogas.
  • Participar en actividades escolares extraprogramáticas.
  • Compartir con pares afines.
  • Mantener una comunicación fluida y confiada con los padres.
  • Disponer de habilidades para el manejo del estrés.
Leer articulo completo