TESTIMONIO

Jennyfer Cifuentes, su marido y sus cua¬tro hijos viven en Chicureo hace tres años. En abril pasado, su tercer hijo, Máximo, de ocho años, sufrió un accidente. Este difícil momento los hizo transformarse en las personas más agradecidas con el Centro Médico Integral de Chicureo.

Mientras Jennyfer estaba trabajando en Santiago, el pequeño Máximo, quien estaba al cuidado de su abuela y de su nana, se volcó en su autito a pedales y se golpeó la cabeza contra el asfalto. De inmediato, su abuela lo trasladó al Centro Médico de Chicureo, ubicado a pocos minutos de la casa. Allí, el equipo médico lo evaluó y lo estabilizó. Sin embargo, como relata la madre, “el golpe fue de tal magnitud que la vida de mi hijo corría peligro. En cuestión de minutos el helicóptero de Clínica Las Condes llegó a Chicureo y se llevó a Máximo a la clínica. Allá lo estaban esperando, le realizaron diversos exámenes y a las dos horas ya estaba en pabellón. Lo sometieron a una cirugía plástica reconstructiva, le pusieron sesenta puntos y hasta el día de hoy está en tratamiento kinesiológico para recuperar el movimiento de la frente, pues perdió algunos músculos”.

Hoy Máximo está casi completamente recuperado y su madre, ya más tranquila, y se siente agradecida por la atención que le brindaron.

“La verdad, agradezco a Dios que mi hijo fue atendido en esta clínica y con los profesionales que tiene, porque él está muy bien en este momento. Tiene un tratamiento para un año, por la ci¬catriz, pero está con vida y sin ninguna secuela, que es lo más importante”.)